Hedor en Jackson Hole

Mantener la tensión durante un relato de terror, no es fácil. Sobre todo, cuando lo único que cuentas es la imaginación del lector y unas palabras sobre el papel. No tienes una música que ponga los pelos de punta ni tan solo unas imágenes sugerentes.

Es por ello que siempre he opinado que donde mejor se desenvuelve este género, es en la novela corta.

Este formato, permite presentar unos personajes, una ambientación y una premisa, sin llegar a cansar al lector, pero tampoco sin ser tan breve como un cuento, que puede dejar al lector con ganas de más.

Así que es totalmente lógico, que donde el terror estuvo más a gusto, fue en lo que se conocía popularmente como novelas de a duro.

Pequeñas novelitas de apenas cien páginas y tamaño de bolsillo, que como bien indica su nombre, se vendían a precios populares. Pudiéndolas comprar incluso en los quioscos.

Las había de todas las temáticas imaginables. Ciencia ficción, romántico, wéstern, aventura, policiaco, bélico y como he comentado, terror. En España, su época de gloria fue en la década de los sesenta y los setenta.

Eran novelas que se escribían en apenas en una semana, que no buscaban nada mas que entretener al lector, dándoles lo que este pedía.

Al no tener mas aspiraciones, los autores podían juagar con las ideas mas descabelladas que s se les ocurriera, pues la única premisa a cumplir, era ser divertidas. Así que podían estar llenas de momentos violentos y de escenas sexuales, sobre todo en la década en los ochenta.

Aun así, no hay que caer en el error de pensar que era de mala calidad. Entre los cientos de novelas que existieron así, hubo de todo. Desde obras totalmente olvidables a verdaderos clásicos.

Por ejemplo, tenemos la Saga de los Aznar de Pascual Enguídanos, que recibió el premio Mejor serie de ciencia ficción publicada en Europa en la EuroCon celebrada en Bruselas en 1978.

Y es que las novelas de a duro, también conocidas como bolsilibros, no fue un invento español. Lo que hicimos fue importar el formato Pulp Magazine de Estados Unidos, aunque en ese caso, eran revistas con un conjunto de relatos.

En estas revistas nació la ciencia ficción moderna, siendo un pilar de la cultura popular actual. Personajes como Doc Savage, La Sombra, Conan el Bárbaro, Tarzán o El Zorro, nacieron en esas páginas.

Pues era la única manera de que autores de la talla de H. P. Lovecraft, Edgar Rice Burroughs, Robert E. Howard, Isaac Asimov, Arthur C. Clarke o John W. Campbell, publicasen sus historias, que, en su momento, era considerado, literatura barata. Pues se alejaban de los temas clásicos de la literatura.

Viendo la calidad de los autores y los personajes memorables que nacieron allí, es normal que ese tipo de literatura influyese a posteriores guionistas, directores de cine, escritores e ilustradores. Por ejemplo, Quentin Tarantino, escribió el guion de Pulp Fiction, en homenaje a este tipo de novelas.

Y si bien en Estados Unidos, el mérito de las Pulp Magazine ha sido reconocido desde hace años, en España, como muchas otras cosas, siempre nos cuesta homenajear lo patrio, dejando en el olvido las novelas de a duro, durante décadas. Relegándolas a los mercadillos de segunda mano.

Al menos hasta la fecha, pues una hornada de nuevos escritores ha decidido rendirles el homenaje que se merecen, creando nuevos bolsilibros. Uno de estos autores es Alfonso M. González.

Alfonso, bajo el sello SEGASaturno Productions, ha sacado al mercado una colección de novelas que respetan al máximo lo que eran los bolsilibros. Desde la producción, cada novela se escribe en una semana, hasta la estética, que recrea con exactitud como eran. Incluso escribe bajo un seudónimo. Alan Dick, Jr.

Cosa que también era habitual. Para el publico no era lo mismo ver en la portada Pascual Enguídanos que George H. White. Daba algo más de caché, además de que así el mismo autor podía escribir varias novelas con distintos alias.

El único cambio que se permite el autor, es adaptar aquellas novelas a los gustos actuales. Tanto en os temas tratados como en el lenguaje.

El pilar principal de la obra de Alfonso M. González, es la ciencia ficción, creando incluso una colección propia, pero entre las inquietudes del autor, estaba explorar otros géneros, así que decidido crear la serie Miscelania.

A día de hoy, dentro de esta serie ha tocado el western, el bélico y el terror. Siendo Hedor en Jackson Hole su primera obra dentro del género de terror. Sorprendiéndome gratamente.

Conocía al autor y su obra, gustándome, pues una literatura fácil de leer, divertida y con finales sorprendentes. No obstante, pasar de un genero a otro, no es fácil. Era la primera vez que Alfonso se adentraba en estos terrenos. Y no lo podía hacer de mejor manera.

Conociendo su publico objetivo, nos presenta una historia que es un homenaje al cine de terror de los ochenta. A esas películas de videoclub, que nos encandilaban pro su portada. Y que una vez en nuestro reproductor VHS, empezaba el festival de sangre y con un poco de suerte, algo de sexo.

Pues justamente eso es lo que nos da Hedor en Jackson Hole. Una trama sencilla, regada con abundante sangre y un poco de erotismo. Y es que, para divertirse, no hace falta mucho más.

Aun así, Alfonso M. González, siempre intenta ir un poco más allá con sus novelas. Y aquí de nuevo lo consigue.

Este bolsilibro tampoco es que sea una orgia de sangre sin sentido, pues el autor se permite jugar con el metalenguaje del genero de terror, haciendo constantes guiños al lector, pero sin llegar a saturar. Hay homenajes al género, pero puestos en su medida y con gusto.

Además de que la novela no pierde tiempo. Tras un primer capítulo, que sirve de presentación, empieza la fiesta. Las muertes se van sucediendo una tras otra, sin darnos un respiro, a la vez que nos mantiene en tensión.

 Siempre nos quedamos con ganas de saber quién será la próxima víctima. Cuál será la manera retorcida que inventado el autor para dar matarile a uno de sus personajes. Y, sobre todo, como dice la misma sinopsis, descubrir quién o que, está detrás de todas estas muertes.

Quizás aquí está el único punto negativo, si hubiera que ponerle uno a la novela. Crea mas suspense que terror.

Aun así, no se puede culpar al autor por ello, pues al final es algo intrínseco de las películas a las que se intenta hacer homenaje. Pues seamos sinceros, el slasher, no es un genero que se caracterice por aterrorizar al espectador, mas cuando uno tiene cierto callo.

Cuando uno ve ese tipo de cine, lo que espera ver, es multitud de muertes, y a cada cual más imaginativa. Y de eso Hedor en Jackson Hole, va bien servido.

Con esta novela, Alfonso M. González, consigue lo que se propone, divertir al lector. Y es que se agradece encontrar títulos así, que son sinceros.

Pues seguramente Hedor en Jackson Hole, no ganara premios ni será estudiado en universidades, pero no todo de ser obras maestras que revolucionen la literatura ni el género de terror. Lo que ha de hacer una novela, es entretener. Y esta lo logra de manera sobresaliente.

Este bolsilibro es una de aquellas cosas, que recomendaría a todo aficionado al cine de terror de los ochenta. Pues de aquí unos años, seguramente lo recordare con cierto cariño.

 
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